La Befana: la ilusión de cada 6 de enero

Befana

Como cada año, el último gran acontecimiento de las fiestas de Navidad en Roma corre a cargo de una de las figuras más queridas y entrañables del folklore italiano: la Befana.

En efecto, la imagen que acompaña este post no induce a engaño: se trata de una bruja. Pero por una vez, este sufrido personaje, tan maltratado por la mitología, la literatura y la historia, asume un papel benefactor. Y es que la Befana es a Italia lo que a los Reyes Magos a los países de habla hispana.

Cada 6 de enero, esta peculiar anciana llena de ilusión a los niños romanos —así como a los del resto del país— colmándolos de regalos. Sin ir más lejos, su nombre deriva etimológicamente de la palabra ‘Epifanía‘. Según reza la leyenda, este personaje se cuela en todas las casas para llenar de dulces y obsequios los calcetines de aquellos que han sido buenos durante el año.

Por el contrario, si no se han portado bien, lo que los pequeños encontrarán al día siguiente será un montón de carbón. La historia, sin duda, resulta familiar. Ahora bien: ¿de dónde proviene esta arraigada costumbre?

Un relato popular afirma que los tres Magos de Oriente, durante su viaje a Belén para adorar a Jesús, pidieron ayuda a una mujer de edad avanzada, a la que instaron a acompañarles. Aunque ésta se negó en un primer momento, acabaría arrepintiéndose de su decisión.

Para enmendar su error, se cargó un saco lleno de dulces a la espalda y partió, infructuosamente, en busca de los Reyes. Decepcionada por no alcanzarlos, se dice que fue repartiendo el contenido del fardo entre todos los niños que halló por el camino, con la esperanza de que alguno de ellos fuera Cristo. En cualquier caso, lo cierto es que la tradición precristiana ya contenía algunos elementos que presentaban ciertos paralelismo con este cuento.

Ahora bien, la tradición de la Befana también tiene su parte negativa, que poco tiene que ver con el universo infantil. Su actual popularidad tienen mucho que ver con el auge del fascismo durante los años veinte y treinta del siglo pasado. En efecto, Benito Mussolini utilizó al personaje para promover la «romanización» de toda Italia, en un intento de potenciar las tradiciones más genuinas del país transalpino.

Foto vía: Peques y mas

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