Un paseo entre Trastevere y Aventino
La recomendación de hoy conducirá al viajero por dos de los barrios más sugerentes de Roma: el Trastevere y Aventino. Callejear a través de los mismos no sólo implica empaparse de la esencia de la Ciudad Eterna, la más típica y genuina, sino también conocer un poco más de la historia de la que fue la capital imperial del Mediterráneo.
Si se efectúa esta ruta, el primer atractivo con el que se encontrará el viajero será con la Isola Tiberina. Artífice de numerosas leyendas, una de ellas tiene que ver con su forma de navío; en efecto, ésta habría sido la embarcación del dios de la medicina, Esculapio, a quien los romanos consultaron para intentar poner fin a una epidemia de peste. Por este motivo, se dedicaron a esta deidad un tiemplo un templo y un hospital. Éste último pasó a ser una leprosería en 1656, coincidiendo con un nuevo brote de peste. En la actualidad, acoge el hospital Fratebenefratelli.
La siguiente parada obligada tiene como escenario el teatro de Marcello, erigido en el año 11 a.C. por orden del emperador Octavio Augusto, quien se lo dedicó a su sobrino Marcello. En el medievo, fue utilizado como cantera y como fortaleza, y ya en el siglo XVI, las familias Savelli y Orsini erigieron un palacio en este enclave.
Otra atracción es la basílica de Santa Sabina. Pasando por la plaza de Santa Maria in Cosmedin (donde se halla la célebre Bocca della Verità), se alcanza el Aventino. Fue en este enclave donde se fundó, en el siglo V d.C., la construcción en cuestión. Ya en el siglo IX, fue objeto de diversos trabajos de ampliación, y dos siglos más tarde, fue ofrendada a San Domingo.
Para poner el broche de oro a la visita, conviene detenerse en las famosas termas de Caracalla (217 d.C.), uno de los lugares de ocio favoritos de los romanos. Su buen estado de conservación (foto) permite apreciar la gran importancia que llegaron a adquirir.
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