El emperador Trajano, sus huellas en la ciudad
La figura de Marco Ulpio Trajano es una de las más importantes en la historia de la Antigua Roma, ya que bajo su mandato los dominios del imperio alcanzaron su máxima extensión. También supo dejar una imborrable huella por las medidas de reforma que llevó a cabo, tanto en arquitectura civil como en cuanto al sistema burocrático, que permitió un control más eficiente de las lejanas provincias imperiales. Fue el primer emperador procedente de Hispania e igual que a Julio César se le reconoció por su labor de creación del imperio, llevando el sobrenombre del «Arquitecto», fue Trajano quien llevó el proyecto de César a su punto más álgido.
Trajano nació en la hispana ciudad de Itálica en el año 53, muy cerca de nuestra contemporánea Sevilla, y provenía de padres romanos bien acomodados. Ya desde pequeño dio muestras de su afición por la vida castrense, y pronto fue ascendido a cónsul (en el año 91), por el éxito que había tenido en sus campañas militares, tanto en la belicosa Germania como en el lejano Oriente. El cargo de cónsul obligaba a su portador a estar siempre cerca de sus soldados, en contacto directo, y fue así como Trajano se ganó una confianza incondicional por parte de sus tropas.
Poco tiempo después, en el año 98, es acogido bajo la protección del anciano emperador Nerva y pronto será propuesto como su sucesor. Con Trajano en el poder, terminaban los conflictos entre Nerva y la clase militar, cuyas relaciones no eran del todo favorables, al contrario que con el popular Trajano, que contaba con el apoyo incondicional de sus tropas. El fallecimiento de su protector llegó mientras el Trajano mantenía la posición en la frontera con Renania.
En el año 99, Trajano regresa triunfante a Roma e inicia una serie de importantes reformas, la mayoría de ellas inspiradas por la inteligencia y la generosidad. En primer lugar, creó un vasto sistema burocrático que aseguró un mejor control de las conquistas más lejanas de Roma, sobre todo las provincias orientales. Después aseguró el alimento a todas las familias romanas, dando alimento gratuito a los más desfavorecidos, y también obligó a los senadores a invertir parte de su dinero en la compra de tierras, para fomentar la producción agraria.
En cuanto a las reformas arquitectónicas, acometió la restauración de calzadas y caminos, mandó construir canales y mejores infraestructuras para el comercio y la comodidad de los ciudadanos de Roma. Fue además un gran promotor de los juegos, sobre todo las luchas de gladiadores, y muchas fueron las vidas sesgadas en la arena, en honor al emperador durante su gobierno.
Pero no todo es blanco o negro, y algunas medidas que adoptó Trajano no favorecían tanto a las masas. Sus leyes aseguraron la continuidad de la persecución y castigo de los seguidores del cristianismo, mientras que también abolió el derecho de los esclavos a denunciar los abusos de sus amos.
La política exterior de Trajano estaba basada en la expansión y conquista, y sus más importantes campañas consiguieron anexionar a Roma las tierras dacias (actual Rumanía), también Armenia y la lejana Mesopotamia. En el momento en que el emperador se decidió a atacar Partia (actual Irán) y desde allí emprender la conquista de La India, las provincias de Mesopotamia, Egipto, Chipre y Cirenaica se sublebaron, por lo que Trajano se vio obligado a regresar para sofocar la revuelta.
Pero el fin le sorprendió en el año 117, antes de que pudiera hacer nada más, ya que un ataque de parálisis se llevó su vida en Cilicia, mientras le llevaban de regreso a Roma para tratarle. Así, enfermo y exhausto, terminó la vida de uno de los personajes más relevantes en la historia de la Ciudad Eterna.
Las obras públicas emprendidas durante la vida de Marco Ulpio Trajano incluyeron obras como la remodelación y acondicionamiento del Puerto de Ostia, la expansión y mantenimiento de la famosa Vía Apia, aunque otras obras de arquitectura se erigieron durante su mandato, como es el caso del Acueducto de Segovia o el Puente de Alcántara. Estas construcciones fueron la muestra del apego que sentía por Hispania, su lugar de origen, y bien sabido es que en aquellos años, la península floreció como nunca antes se había visto.
–Columna de Trajano
Quizá el monumento más famoso en honor al emperador sea la magna Columna de Trajano, un pilar de 38 metros de altura en el que se conmemoran sus dos victoriosas campañas militares contra los dacios. La narración está dividida en dos partes, una para la campaña entre los años 101 y 102, y la otra para la campaña entre el 105 y el 106.
Construida en el año 114, los bajorrelieves que presenta discurren en espiral por los 18 bloques de mármol de Carrara que la componen, dándole 23 vueltas a la columna, que presenta un diámetro medio de 4 metros. Además, es hueca por dentro, y unas escaleras interiores permiten subir hasta una pequeña plataforma en la parte alta. Entre sus relieves, hay representadas 2.500 personas, y la figura de Trajano aparece nada menos que 59 veces en ella, así como diversas escenas entre las que destaca el asalto a una ciudad.
En un principio, la columna estaba coronada por la figura de un águila, aunque con posterioridad fue sustituida por una efigie de Trajano. A finales del siglo XVI, la estatua del emperador fue reemplazada por la figura de San Pedro, por orden de Sixto V, y que ha llegado hasta nuestros días. También presenta una inscripción en el pedestal, realizada en escritura quadrata romana, en la que se ensalza la figura del emperador poniendo de manifiesto todos los títulos y cargos que poseyó en vida.
Construido entre los años 107 y 112, el Foro de Trajano fue obra del arquitecto Apolodoro de Damasco, y es el mayor de los foros imperiales de Roma, así como el último que se construyó. Su edificación se financió con las ganancias que produjo la conquista de Dacia, que había finalizado en el año 106, y según la cronología romana, debió de ser inaugurado con anterioridad a su conmemorativa Columna. Las obras requirieron de un gran esfuerzo, debido a que fue necesario excavar y eliminar partes de la Colina Capitalina, así como del Quirinal para poder asegurar el acceso entre los foros imperiales y el Campo de Marte.
El foro está sobre una plaza de 200 por 120 metros de extensión, con pórticos para permitir el acceso, siendo su entrada principal la situada en la parte Sur, donde descansa una estatua del emperador sobre un carro tirado por seis caballos, coronando un arco de triunfo. En el otro extremo, el lado Norte, nos encontramos con la Basílica Ulpia, que en tiempos estuvo recubierta de mármol y adornada con una estatua de Trajano a caballo. Anexa a esta basílica, había una pequeña plaza con dos bibliotecas, una para contener los documentos en latín y la otra en griego, entre las cuales descansaba la Columna de Trajano.
El conjunto no ha podido llegar hasta nuestros días en toda su magnificencia, debido a que en el sigo IX los bloques de mármol fueron a parar a otras construcciones, debido a la gran calidad del material. El suelo del foro ha sido mantenido, aunque durante las obras posteriores a la época de los emperadores, han sido efectuadas con materiales de menor calidad.
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