La Historia de Roma

Loba Capitolina

Casi tres milenios separan a Roma de sus fascinantes y confusos orígenes. Una génesis que incluso ha sido arropada por un hermoso relato mitológico, y que, en cualquier caso, marcó el nacimiento de una ciudad llamada a controlar el Mediterráneo y, en definitiva, a forjar los cimientos de la cultura occidental.

Según la tradición, la actual capital de Italia fue fundada en el ecuador del siglo VIII a.C. por las tribus que ocupaban las siete colinas sobre las que hoy se asienta Roma. No obstante, la leyenda atribuye este hito a Rómulo y Remo, dos hermanos que habían sido criados por una loba. En un primer momento, la población se regía por una monarquía, dominada en su última fase por los etruscos.

Hacia el 510 a.C., sin embargo, los patricios derrocaron al rey e instauraron una república de carácter aristrocrático que, desde sus primeros compases, se vio amenazada por numerosos conflictos sociales. Una vez la plebe vio satisfechas sus reivindicaciones, Roma inició su expansión territorial. Así, entre el 338 y el 265 a.C., mediante un rosario de exitosas campañas militares, conquistó casi toda la península Itálica (Lazio, Campania, Magna Grecia y Etruria).

Además, éste fue el preámbulo para que, tras derrotar al ejército cartaginés en las guerras Púnicas, se hiciera con el control del Mediterráneo occidental. Más adelante, entre el 205 y el 148 a.C., las guerras Macedonias le abrirían las puertas de Oriente.

En el año 44 a.C., el asesinato del último líder republicano, Julio César,marcó el inicio de la época imperial, cuyo primer mandatario sería el emperador Octavio Augusto, sobrino del anterior. Éste no sólo reformó la estructura política del Estado, sino que extendió y consolidó las fronteras de Roma, alcanzando incluso la Dacia (101-107 a.C.) y Britania (43 a.C.).

Entre las numerosas religiones introducidas desde Oriente, poco a poco se fue imponiendo el cristianismo que, tras varios siglos en la clandestinidad, fue legalizado por Constantino el Grande y, finalmente, convertido en religión oficial del Imperio por decisión de Teodosio I.

Por aquel entonces, el modelo territorial de Roma ya había comenzado a dar muestras de agotamiento, circunstancia que se vería agravada en el siglo IV d.C. a resultas de una rápida disminución de la población. Este escenario, unido a la creciente influencia del estamento militar y a una tensión interna in crescendo, propiciaría en los albores del siglo V las primeras invasiones bárbaras. En el 476, uno de sus caudillos, Odoacro, depuso al último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo.

Tras este episodio, Roma quedó reducida al estatus de una ciudad empequeñecida y empobrecida, cuyo único vestigio de su pasado esplendor era su condición de sede papal. Capital del ducado romano durante la ocupación bizantina, detuvo más tarde la amenaza de los lombardos gracias al apoyo de los francos. Fruto de esta alianza, nacerían los Estados Pontificios y el Sacro Imperio Romano Germánico.

Posteriormente, ya en el siglo XII, tuvo lugar un efímero gobierno popular comunal encabezado por Arnaldo de Brescia, mientras que en el siglo XIV se produjo una nueva tentativa de implantar la república romana de la mano de Cola di Rienzo. Depauperada por el traslado de los papas a Aviñón, recuperó su influencia en el siglo XV al convertirse en uno de los focos del Renacimiento italiano, hasta que fue saqueada en 1527 por las tropas imperiales.

De mediados del siglo XV hasta finales del siglo XVIII, disfrutó de una cierta estabilidad política y fue objeto de una intensa renovación urbanística. En 1798, asistió a la proclamación de la república jacobina, abortada poco después por los ejércitos napolitanos. Tras depender de Francia entre 1809 y 1814, albergó la proclamación de la república romana, que precedió la restauración del gobierno pontificio hasta 1870, momento en el que fue anexionada a Italia. Convertida en la capital de la nación, se planteó la llamada Cuestión Romana, que no sería resulta hasta la aprobación de los Pactos de Letrán (1929).

Ya en el siglo XX, las escuadras fascistas llevaron a cabo la famosa marcha sobre Roma (1922), que supuso la ascensión del dictador Benito Mussolini al poder. Convertida en uno de los escenarios de la Segunda Guerra Mundial, fue ocupada por los alemanes en 1943 y liberada por los aliados un año después. Tras la ejecución de Mussolini (1945) y la normalización democrática, la ciudad dio nombre en 1957 al Tratado de Roma, documento fundacional de la Comunidad Económica Europea (antecesora de la actual Unión Europea).

La organización de los Juegos Olímpicos en 1960 dio el espaldarazo definitivo a la proyección internacional de la ciudad, que hoy es uno de los destinos más visitados del Viejo Continente. En la actualidad, cuenta con 2,7 millones de habitantes —fruto del boom demográfico de los años ochenta— y acaba de presentar su candidatura para repetir la experiencia como anfitriona olímpica en el 2020.

Para saber más sobre la historia romana, por favor, accede al siguiente enlace: Historia de Roma

Foto vía: Iessi

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